AVENIDA DE DON MIGUEL MELIÁ
Mi muy querido Lord Protector:
No busquéis doblez alguna en mis sinceras palabras, tal bajeza en mí no cabe. De la misma manera que Oliver Cromwell adoptó el título con que he regalado vuestros oídos para defender al Parlamento inglés --de hecho creó una dictadura personal--, he considerado oportuno engrandeceros con el mismo tratamiento, pues habéis sido designado para asumir la misión de proteger a la que en alguna época pretérita fue considerada lengua vernácula de los lugareños de estas amadas islas. Vuestra gestión, hasta el presente, sin duda os hace merecedor de tal honor. Espero y deseo que podáis desarrollarla durante muchos años.
Reconozco que, en mi bisoñez, me asustó vuestro nombramiento. Ciertamente, vuestro currículum hacía prever que defenderíais con empeño y tesón nuestra pobre lengua, antaño usada por la mayoría de los habitantes de estas islas; un hecho tal hubiera prolongado la agonía de este idioma claramente inservible para la cultura, la educación y la comunicación. Afortunadamente, erré. De la misma manera que tiran más dos tetas que dos carretas, es obvio que la silla que ocupáis ha impregnado vuestras nalgas con algún extraño ungüento que ha permitido mudar en cuestión de segundos vuestros malos hábitos adquiridos y ha hecho posible que os agregarais a la campaña emprendida –debo aclarar que justamente-- por algunos próceres, para apuntillar definitivamente cualquier posibilidad de recuperación de aquel idioma miserable. ¡Qué bien se ve el mundo desde un buen despacho! Veo con agrado que habéis decidido fomentar el uso de la lengua cervantina -- mucho más rica en matices, vocabulario, etc.-, que sin duda permite una prosa de mejor calidad; aunque en mi caso la falta de talento me impide darle un mayor brillo. Es también de agradecer que planteéis llevar a cabo este proceso de substitución a golpe de decreto, pues temía que algún exaltado os propusiera adoptar el sistema que siglos atrás se usó para eliminar la lengua de los guanches. Habéis sabido distinguir, correctamente, la eutanasia compasiva del encarnizamiento cruel. ¡Olé!
Quisiera ser el primero en felicitaros y animaros a proseguir tan singular labor de defensa ya que estoy seguro que sin vuestra presencia la desaparición de la antigua lengua de Raimundo Lulio hubiera sido más traumática. Servidor, que no está dispuesto a padecer tal agonía, agradece públicamente el empeño demostrado por el Gobierno Balear para defender la cultura del que fue Reino de Mallorcas y se suma a la campaña uniformizadora que habéis emprendido y adopta de este momento la lengua de todos los españoles y parte de los indianos. Prefiero fenecer así, certeramente apuntillado --¡qué gran torero hubierais sido!-- a desangrarme de una manera lenta y cruel. No quiero imaginarme como hubiera sido mi vida sin poderme relacionar con los demás, por no ser capaz de usar un idioma apto para comunicarme con mis vecinos.
Quiero también promover una campaña para permitir que, en vida vuestra, se os dedique alguna avenida --o varias-- en cualquier villa de estas amadas islas y para ello he emprendido una recolecta de firmas que estoy seguro que obtendrá el éxito que os merecéis. Soy de los que piensan que los homenajes hay que darlos mientras todavía gozamos de la compañía del elegido y propongo para ello que el nombre con que se la designe sea "Avenida de Don Miguel Meliá, Lord Protector". Sin duda sois también merecedor de tal distinción.
Vuestra elegante faena, desarrollada con una exquisitez y una finura incuestionables, humillando a la bestia, dirigiendo la embestida del toro --sin pretender domeñar su bravura abriéndole un boquete en el morrillo y partiéndole el espinazo-- debe ser premiada justamente; y ante el temor que alguien decida cortarnos orejas y rabo, pienso que tal vez os avengáis a dar un paseo por vuestra Avenida –ya completamente limpia de personas que se expresen en menorquín-- a modo de vuelta al ruedo, para satisfacer vuestro afán por pasar a la posteridad. Al fin y al cabo, en las plazas de categoría, una vuelta al ruedo no es un trofeo baladí. Contemplar vuestra plácida sonrisa mientras recogéis regalos, loas y parabienes será nuestro premio. Os imagino garboso, al recibir los vítores del público acompañados de algún fragmento de "Carmen", mientras vuestra cuadrilla nos reparte ejemplares numerados de "Humillados y ofendidos" reeditados para la ocasión. ¡Bien, por los toreros valientes!
No debéis desfallecer en vuestro noble empeño, no hagáis caso a las críticas. Los que os queremos bien sabemos que solo os mueve la modesta pretensión de ocupar --al retiraros de la política activa, actividad que os incomoda-- una simple cátedra en la especialidad de lenguas muertas en cualquier facultad o instituto.
También quisiera apelar a vuestra probada clemencia. Os suplico que perdonéis, o que indultéis, a esos desagradecidos miembros de la JAC –a quienes, por cierto, pagáis generosa y doblemente el trabajo que realizan, pues por todos es sabido que tales pluriempleados ya reciben oro de la Generalidad— que, al no compartir vuestros propósitos, se atrevieron a enfrentarse contra vos, a oponerse a vuestro sublime proyecto: no saben lo que hacen, por lo tanto merecen vuestra gracia, no vuestro castigo. Debemos procurar, entre todos, que el idioma común sea algo atractivo para los ciudadanos de nuestra comunidad, alemanes incluidos.
Si, como ansío, perseveráis, me alegrará sobremanera haber hallado en vuestra ilustrísima, no ya al precursor de un novel jacobinismo académico, sino al auténtico liberador del yugo lingüístico catalán. Aunque algunos extremistas os definan como “el exterminador de lenguas parcas” o “el martillo de las cuatro barras”, no debéis desfallecer. Proseguid vuestro camino, vuestro destino glorioso y singular; tendréis mi apoyo, mi aplauso, mi reverencia y mi eso. Recibid la más sincera felicitación de quien espera pasear, muy pronto, por vuestra vía; una vez hayáis recogido las flores con que la habremos alfombrado el día de vuestro homenaje, pues no quisiera resbalar por ella. ¿Ensuciar con mi sangre o mi roña vuestra inmaculada rúa? ¡Qué espanto, Dios mío, qué espanto!
Sinceramente vuestro.
Francisco de Asís Sintes Giménez
Ciudadela de Hispania Unida.
1 Comments:
Jo, jooo, joooo. Com diríem en la llengua escrita d'En Servent: "Diez ni dos, quien articulazo!"
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